martes, 22 de enero de 2013

El día que nacieron los nuevos recuerdos I.

Cuando ella decía que tenía vergüenza hablaba de verdad. A todos les parecía estúpido pero ella lo decía en serio. Le daban vergüenza muchas cosas. Desde que tenía memoria había sido así, extremadamente tímida. Hacerse la graciosa era su escudo, en esa cosa del chiste espontaneo se escondía de todo lo que le implicaba ser ella delante de algún otro.
No había mentido cuando decía que le daba vergüenza ir a su casa para conocerlo. Le parecía exagerado, pero aparte le daba mucha vergüenza. No se sentía segura de si misma, ¿qué iba a hacer si a él no le gustaba nada de ella y estaba en su casa? Estaba claro que en su casa era más complicado, y no gustarle a alguien siempre era una posibilidad. Era lo que acostumbraba. Si le hubiera gustado a alguien de verdad ahora no estaría sola, pensaba muy a menudo. En su razonamiento ella era siempre el factor que fallaba. Sabía que todo tenía que ver con todo, que esas ideas se habían instalado en su cabeza por todo lo que le había salido mal antes. Porque aunque algunas ideas y sucesos se hacían lejanos, nunca se iban de ahí. No conocía nada de esa tal resiliencia.
Por eso, entre otras cosas, no quería ir a su casa. La ponía sumamente nerviosa que de diez palabras de las que decía, al menos una hiciera referencia a que era linda, si no las diez. Ni siquiera la conocía, eso le respondía siempre, pero él igual decía que salía linda en las fotos y que seguro iba a ser linda. Todo era demasiado ridículo. Tenía que salir corriendo de ese cuento, encontrar que era lo que la tenía atada y siempre atenta a semejante pavada, y salirse enseguida.
Bueno, era obvio que eso de salirse no iba a pasar realmente, pero nunca pensó que iba a darse vuelta todo tan rápido. Poco después del mediodía del viernes ya tenía un reemplazo para el plan original, que había dado por suspendido después de la discusión de la noche anterior, iba a ver a una amiga con la que hacía tiempo no se juntaba. Justo a media hora de haber confirmado ese encuentro apareció él, como acostumbraba. – Me estaba por ir a dormir la siesta pero quería ver si todavía querés que nos veamos hoy. – Igual que siempre, se iba a dormir. Ella le explicó que tenía nuevos planes, pero que igual podían encontrar un rato para verse. No tenía ganas de seguir peleando por lo de la noche anterior, ya ni se acordaba qué había pasado. Él estaba por tirarse atrás una vez más porque se le daba mucho más fácil ser rechazado que armar planes sobre la hora. Pero justo a tiempo ella le dijo que arreglaran algo, que el otro plan podía esperar y que sí quería verlo.
Él solía decirle que nunca la entendía, pero ella estaba siendo muy clara, al menos esta vez. Hasta le preguntaba a qué hora y cómo tenía que llegar a su casa, más clara y concreta no podía ser. En un rapto de humanidad, él le dijo que primero la iba a llevar a cenar. No quería que fuera a su casa así de la nada, sin conocerse. A ella le pareció lindo y terminó de olvidarse de todo lo que la había hecho enojarse en esa semana.
Parecía asomarse el principio del fin de la relación cibernética complicada y sin sentido. Cuando se olía que todo estaba destinado a fracasar, finalmente iban a verse las caras.
Estaba todavía en el colectivo cuando dieron las 9 pm y le llegó un mensaje de texto. - Ya llegué, me vas a hacer esperar acá con el calor que hace? - siempre tan simpático él. Respondió enseguida, - yo estoy a pocas cuadras con el colectivo, estoy nerviosa y posta tengo mucha vergüenza, espero que me comprendas si me pongo colorada cuando te vea-. Estaba a segundos de conocerlo, esta vez era de verdad.

jueves, 17 de enero de 2013

Ah


- Mi mamá me dejó ir a comprarme un helado esta tarde. Ella piensa que salir por el barrio no es tan peligroso como dicen, que puedo ir sola y hasta quedarme un rato en la plaza. Me dijo que cuando era chica iba siempre a la plaza, pasaba más tiempo ahí que en su casa, y casi no miraban tele porque había pocos canales. Ahora no vamos nunca a la plaza nosotros. Estoy más acostumbrada a la compu, no existía la computadora cuando ella era chica, ¿entendés lo que es eso? no sé como hacían la verdad. Bueno, no sé, lo importante igual es que hoy quiero ir a comprar helado y un rato a las hamacas también. Pero no quiero ir sola, entonces quería ver si vos querés venir conmigo, porque el quiosco queda re cerca de tu casa y aparte también quiero invitarte un helado.
- Ay, pero no sé si puedo.
- Está bien si no podés, puedo ir sola. Igual yo no te pregunté si podías, te pregunté si querías.
- Ah.