lunes, 1 de diciembre de 2014

Mirame de nuevo.

Hay una cosa que quiero preguntarte antes de que me mires a los ojos.
Es que tengo miedo de que esto termine como siempre.
Yo no sé querer a nadie pero a veces siento que tengo ganas.
No es que esté pidiéndote eso.
No me atrevería.
Intuyo que estoy cansada de las miradas que expiran en tan poco tiempo.
Y no creo que pueda volverme invisible.
Así que podés mirarme todo el tiempo que quieras.
Si querés.
Yo te miraría hasta quedarme dormida al lado tuyo.
Y soñaría que me seguís mirando.
Porque no necesito coleccionar miradas.
Sólo quiero que te quedes un rato.
Y un rato puede durar un montón de tiempo a veces.
Por eso te digo que si vas a irte rápido ni vengas.
Prefiero cuidarle el lugar a quien quiera ocuparlo.
Decime, dale.
¿Abro los ojos o no?

domingo, 3 de agosto de 2014

Romper.

- No me querés. Es obvio.
- Está bien, como digas.
- ¿Ves? Ni siquiera intentás contradecirme, no me querés.
- ¿Para qué voy a contradecite si vos siempre pensás lo que querés? No podés mirar a nadie que no sea vos, y yo no soy vos, por más que quieras.
- Andate a cagar.
- Tengo razón, ¿Viste?
- Andate a cagar.
- Ya me dijiste eso, ¿cómo no te voy a querer? si no te quisiera no soportaría ni un ratito estos desplantes ridículos que hacés. No sé que te pensás que porque no te querés vos no te puede querer nadie. Mejor no empecemos.
- ¿Mejor no empecemos qué? ¿Vos te pensás en serio que yo no me quiero? a ver, ¿De donde sacaste esa pelotudez?
- Es obvio, si no no arruinarías todo. Digo, eso es lo que decís vos "arruino todo lo que toco", si te quisieras no necesitarías decir todas esas imbecilidades que decís sobre vos.
- ¿No ves? No entendés nada. Todos piensan que me quiero poco, ojalá fuera eso. Al final sos cualquiera vos también.
- ¿Ojalá? decime, dale, de qué carajo hablás ahora.
- Esto, el problema que tengo es que me quiero demasiado como para pertenecer a cualquier cosa. Por eso me arruino sin parar, para salvarme no sé de qué.
- No tiene sentido lo que estás diciendo, cortala.
- Para mi sí tiene sentido. Me quiero tanto que mientras pueda evito arriesgarme a perderme en cualquier cosa. Mejor romper todo antes de que todo me rompa.
- Cada vez se pone más raro lo que decís...
- ¿Raro? Adentro mío hay un mundo perfecto, que no existe, claro. No me gusta pasarla mal y a veces siento que ese es el único camino, por eso me freno antes de ser parte de nada. Es una trampa que me armé yo, y ahora no sé cómo salir. ¿Seguís pensando que no me quiero?
- Ya no sé qué pensar. No sé qué me estás exigiendo si no podés querer nada. ¿Qué hago yo acá entonces? ¿Qué hacés vos pidiéndome que te quiera? 
- No te pedí nada yo, solo dije que no me querías. Es fácil lo que digo, ya sé que estoy lejos de cualquier tipo de perfección, pero no me hace falta ser nada más. Mi mundo, vos, esto que tenemos sí es perfecto, pero no existe nada. Te acuso porque creo que a vos también te quiero y siguiendo esta dinámica de mierda es el momento en el que tengo que arruinarlo todo para salvarme de que algo pueda salir mal.
- No termino de entender si lo que me estás diciendo es bueno o no.
- Decime que me querés vos también y, te prometo, voy a dejar de romper todo.
- Te quiero, pero ahora tengo miedo.
- No te asustes. No voy a hacerte nada malo.
- ¿En serio me decís? después de este discurso de auto-amor y odio, o lo que sea, no sé que pensar.
- Olvidate de toda esa mierda, y si no podés pensá en que aprendí a querer algo que no soy yo y fue todo gracias a vos.
- Me estás convenciendo, me parece. Igual no te confíes tanto.
- Dame un poquito más de tiempo y vas a ver, lo que menos quiero es romper esto y por eso tuve miedo. Te juro que nunca antes me había pasado.

lunes, 28 de julio de 2014

No significa nada.

Quizás porque nunca había aprendido como querer, nadie le había enseñado los pasos a seguir para cuidar una planta y que creciera fuerte, o que al menos creciera. Sus relaciones, si podía llamarlas así, habían durado lo que un suspiro, de esos bien profundos y sentidos pero cortitos, porque los pulmones tampoco guardan tanto aire. Enseguida le costaba respirar y tenia que huir corriendo como podía de los monstruos que ella misma se creaba.
Un beso no se le niega a nadie decía, y entonces besaba. De a poco su lema se fue deformando, porque mientras no tuviera que decir te quiero podía ofrecer lo que fuera que el otro que tenía en frente quisiera de ella. - Para mi un te quiero es mucho más groso que cualquier otra cosa que pueda hacer con cualquiera, por eso no me importan sus malditos pasos a seguir - decía primero. - ¿Querés que te diga? Ésto no significa nada para mi, vos porque siempre cogés con el mismo, si no hay amor no significa absolutamente nada - completaba enseguida. Y en verdad creía lo que decía, porque no sabía que eso adentro suyo que siempre estaba vacío podía llenarse de algún modo.
Cuando alguien le interesaba más de la cuenta su estrategia era la peor de todas. Empezaba por lo que mejor le salía, porque pensaba que quizás con el tiempo podría mostrar quién era además de qué cosas había aprendido a hacer, y de repente todo podía cambiar. Como si las secuencias que ella misma digitaba fueran a permitirle expresar algún tipo de emoción o sentimiento sin arruinarlo todo.
A veces se cansaba de tantas caras con la misma expresión de ausencia, había facciones que no conocía porque nunca le habían hablado de amor. - Es una responsabilidad tan grande querer, a veces prefiero hacer el trabajo que conozco y me salvo de tener que cuidar de la vida alguien más - intentaba convencerse. Pero en el fondo más oscuro y prohibido de su mente una voz que casi no reconocía le pedía encarecidamente que se animara a querer bien, que lo intentara, que dejara de engañarse y engañar, que encendiera la luz. No, aún no era tiempo de escucharla. Apenas pudo la encerró y perdió la llave entre algunos labios con los que sabía, lo más probable era que no se volviera a cruzar. Todavía no sabe cómo.

Pasos a seguir para vivir como si estuvieras muerto.

Nace el día y florece el bien, mientras que la noche oculta al mal pero está repleta de placer. Encargate, en primer lugar, de que el día te canse; y que la noche te atrape, te lleve al éxtasis, pero te de miedo y no te deje salir. Porque si hay sol todo es perfecto, pero la perfección es agotadora. Hacen falta, por eso, los días oscuros. Es que si llueve o hace frío vas a tener más ganas de morir que de caminar.
Si te preguntan cuáles son tus sueños deberías poder responder que ninguno, porque tu mayor sueño es no tener ningún sueño para no conocer jamás lo que es la desilusión. Querés saber de todas las cosas que existen y vivir todas las experiencias para saber que sabés todo pero no quedarte con nada, porque quedarse con lo que sea es demasiada responsabilidad. Por eso tampoco te vas a quedar con nadie que se acerque lo suficiente como para comprometer tu realidad, porque cargar en tus brazos la vida de alguien es, en serio, demasiada responsabilidad. Tenés la certeza de que las responsabilidades son lo peor que existe, por eso es más fácil ser la persona que siempre puede fallar. Aunque conozcas casi todas las cosas que existen y sabés que podrías hacer magia con tus manos y tus ideas, mantené siempre el perfil insolvente y que no se corra la bola de lo que valés, porque podrían llenarte de compromisos que no deseás. Nunca busques el éxito porque es mucho más fácil encontrarte con el fracaso, con ese ni siquiera vas a tener que forzarte.
Y si ocasionalmente tenés un día bueno alegrate y hacé quilombo, gritá y que se sienta en un radio de al menos tres quilómetros. Porque cuando se te pase, el descenso va a ser tan horrible que vas a arrepentirte de no haber aprovechado lo suficiente el instante cielo que dejaste pasar por miedo a que después vivir contento se convirtiera en una nueva responsabilidad.
Esto último, escuchame bien, es lo más importante de todo. Nunca escuches a alguien que quiera venderte un gris. Quedate con la certeza de que no hay más que día o noche, ilusión o desilusión, responsabilidad o libertinaje, éxito o fracaso, Felicidad o tristeza, ganar o perder, blanco o negro, nunca un color. Porque, ¿sabés qué? El día que alguien te haga levantar la mirada y te muestre otras opciones te vas a dar cuenta de que nada es tan absoluto y no te va a quedar otra que crecer. Y cuando crezcas nada de lo que creías podrá seguir siendo cierto, porque tu mundo te va a quedar chico, ya no vas a tener lugar. Vas a querer ofrecer tu vida a otros y hasta cambiar sueños por intentos. En serio, nunca mires a quien te ofrezca grises a menos que estés listo para salir de tu cuartito de verdad.

lunes, 7 de julio de 2014

Papel reciclado

Estoy escribiendo en este cuaderno, que costó como ochenta pesos pero tiene hojas lisas y un gatito en la tapa, porque necesito que aunque sea estas páginas de papel reciclado sepan todas las cosas que tengo adentro y nunca puedo decirte. No puedo porque no tendría sentido decirte nada, porque lo nuestro no son las palabras, porque ninguno de los dos las deja pasar.
A veces pienso que la soledad da tanto miedo que necesitamos hacer cualquier cosa para estar un poco menos solos, y ¿sabés? la mayoría del tiempo nos estamos haciendo mierda. No digo vos y yo, es una cosa de todo el mundo. Hacemos lo que esté a nuestro para que nos vean, porque a la vez nada de lo que hacemos tiene sentido si no nos están mirando. Perdí la cuenta ya de las veces que me contaron sobre gente que se trata horrible pero sostiene relaciones espantosas porque basura es mejor que nada. Y no digo que entre nosotros haya mugre, si así fuera no me tomaría el trabajo de escribirte, bah, de escribir esto que estoy pensando hace un rato. Hasta estoy considerando la posibilidad de mandarte todo en una carta por correo. ¿Cuanto saldrá una simple? La última vez que mandé algo me costó $2,50, ni me acuerdo para quién era. No sé que pensarías si recibís esto por debajo de la puerta, porque viste que lo nuestro no son las palabras.
Algunos días te miro fijo y prefiero quedarme callada, porque si dijera todo lo que pienso podrías asustarte y no volver nunca más. Otras veces necesito decirte que tengo mucho miedo. Miedo de que me quieras, y más miedo todavía de que no me quieras y te hagas humo en un instante. Siento que yo no brillo tanto cerca tuyo, pero no quiero hacerme invisible. Necesito que me veas, solo un poco. No sé si quiero mostrarte todo pero, por favor, no mires para otro lado. Me doy cuenta de que a veces caminamos como ciegos. No queremos ver nada de lo que pasa al rededor nuestro, mejor ni ver qué estamos haciendo. Porque quizás no estamos haciendo nada, o lo que hacemos está tan mal que mejor no mirarnos todavía porque no estamos listos para perdernos.
Es posible que de algún modo sea necesario que te diga lo que pienso para que sepas con quién estás por mirarte. Si te asustás es cosa tuya, y yo me salvo a tiempo de que me lances al vacío y pegues media vuelta sin dejar rastro. Porque cuando queramos acordarnos vamos a estar los dos metidos en una licuadora, bailando entre frutas de estación y hielo picado, atrapados entre nosotros; rompiéndonos la cabeza pensando en cómo salir sin esperar a que otro saque la tapa. No quiero que pienses que estoy exagerando, quizás en un tiempo hasta nos gusta el licuado y no hace falta que andemos esquivando frutas; pero dejame ahora que te cuente esto que pienso, aunque entre nosotros la cosa sea jugar a que no pensamos.
Si te llega esta carta por correo tené en cuenta que arranqué una hoja del cuaderno solo para contarte lo que pienso de nosotros, para reciclar esto que tengo adentro en vez de tirarlo a la basura. Y si no te llega jamás, es probable es que haya descubierto que es estúpido arruinar nuestra caminata lunar llenándola de gravedad cuando podemos jugar a que el universo es nuestro sin preguntarnos nada. En ese caso espero que lo nuestro no sean las palabras, por lo menos de acá a lo que dure nuestro universo.

viernes, 9 de mayo de 2014

Doña muerte y su sombrero floreado

Hay un momento bastante temprano de la vida en el que a la gente grande la mirás desde abajo y pensás en que algún día muy lejano vas a ser como ellos, o no pensás, porque te da mucho miedo saber que algún día vas a ser como ellos. Del modo que sea, ese muy lejano se te cae encima cuando la vida te sorprende antes de lo que esperabas, pero es a la vez tan lejano que se vuelve un espejismo y es imposible de alcanzar.
Entonces un día te mirás al espejo y sos una persona, pero no sabés bien cómo. Cumplís horarios, un rectángulo de papel impreso dice que sos profesional e igual seguís estudiando porque hay que correr siempre atrás de algo que andá a saber qué es. Y te llenás de listas con pendientes, te olvidás de la gente que querés, y dejás un poco las cosas que te gustan porque hay asuntos más urgentes, mientras que otras que antes te entretenían de a poco te dejan de interesar y ya no te divierte ser como alguna vez fuiste. Y te cansás de la gente, pero tampoco aguantás vivir sumido en la más monótona soledad. Y empezás a ver que nada alcanza, que podrías y hasta deberías dar siempre un poco más, y te dicen cómo ser mejor; tenés que aprender a no estar cómodo y no podés tener miedo porque para eso tuviste tiempo cuando mirabas desde abajo. Ahora ya estás arriba, pero tenés cada vez más miedo, no sabés cómo se mira al horizonte y parece que todos saben, entonces por las dudas también les tenés miedo a ellos, y sin darte cuenta te convertís en tu miedo, y en todo lo que hacés hay miedo, y para cada paso tenés una pregunta que solo podés responder con otra pregunta o con más miedo, ¿quién me mandó a estar acá? ¿por qué tengo que bancarme todo esto? Y si tenés miedo no tenés ideas, entonces no podés responderte y ahora aparte de miedo tenés la frente llena de signos de interrogación y no ves nada.  No te queda otra que imporvisar, pero sentís que de a poco te vas gastando, porque no tener planes es a la vez no tener metas, y como no tenés metas no llegas nunca a ningún lado y te cansás de tantas preguntas, pero también te cansás de todo lo que tenés que hacer y te gastás. 
De repente te volvés a mirar al espejo y ya no sos el futuro sino que sos la muerte, una diferente cada día, con un sombrero grande lleno de flores que esconde las preguntas, y los ojos pintados para que no se note el miedo.
Cuando de suerte te escapás un ratito de todo eso te reís y sentís que volviste de la muerte, que no era tan definitiva, que hay un lugarcito en el que todavía tenés chances de brillar; pero cuando retornás al exilio de todos los anhelos no volvés a ser el de antes, sos a medias y estás esperando ansioso la próxima muerte, porque si de algo podés estar seguro en esta vida es que cada tanto te toca morir. 
Alguna que otra teoría dice que si volvés de alguna muerte y tenés la chance de seguir viviendo, podés aprenderte bien cómo fue que llegaste hasta ahí para no volver a tomar ese camino. Si es cierto que de cada muerte se aprende un poquito que vengan todas con sus sombreros, entonces, porque no vemos la hora de que nos enseñen a matar al miedo para mirarnos al espejo y no ver sólo huesos. 

lunes, 7 de abril de 2014

Te espero temprano

Estoy por despertarme, casi me doy cuenta de que esto no es la vida real, pero podría parecersele un poco. No quiero despertarme, de verdad no quiero. Estoy sentada en la cama de una habitación como la mía. Las paredes son distintas, la cama está en otra parte y la puerta corrediza de vidrio es la misma, pero las cortinas son de otro color. Está la luz apagada, aunque un pedazo de sol viste todo con su brillo. Ahí estoy, no sé si tengo miedo, no sé si estoy nerviosa, no sé si no entiendo que va a pasar. Estoy esperando algo, creo que a alguien. Miro hacia la puerta, lo poco que se ve entre las cortinas semi abiertas. Alguien que se acaba de ir está por volver en cualquier momento. Algo le dije, algo tiene que contestarme, de algo no estoy segura. Un poco sé que estas emociones no son reales, pero no quiero despertarme todavía, no sin resolver el misterio. Quizás tengo idea de a quién espero, lo sé por cómo lo espero. Entonces dejo de pensar, no sé si dentro de mi historia o desde mi costado consciente que hace fuerza por despertarme, y cuando vuelvo a echarle el ojo a la puerta lo veo entrar. Mira sonriendo, se acerca, y se detiene en mis ojos durante lo que para mi son años, sin pestanear. Me pongo nerviosa, algo adentro mío golpea furioso, más que mariposas lo imagino parecido a un granizo de esos que rompen vidrios y asustan a la gente. Miro para otro lado sin dejar de morderme el labio, esta emoción se siente demasiado real como para no serlo. Ahora me está diciendo algo, me habla al oído pero no deja de mirarme, aunque me habla mi no entiendo bien lo que dice. Creo que lo escucho, pero en realidad no retengo ni una palabra porque sigo nerviosa, sorprendida, encantada, ansiosa, tanto que quiero romper platos usándolos como frisbees, algo. ¿Qué me estás queriendo decir? le digo, pero ahora no habla, ya lo dijo todo. Se toma menos de un segundo para volver a mirarme a los ojos, entiendo que quiere acercarse más, pero no le doy tiempo y el beso se lo doy yo. ¿De verdad está pasando? pregunto y sé que no, pero ahí mismo, dentro de esa historia me digo qué sí. Dejá de pensar ahora, eso me digo. La euforia es tal que casi abro los ojos, pero justo a tiempo vuelvo al beso, que dure un ratito más. Ahora que todo es victoria, recuerdo que al principio estaba llorando, un poco antes de sentarme en la cama a esperar. Sigue sin decir nada pero me seca lo que queda de esas lagrimas que quedaron viejas. Nunca me sentí tan a gusto en un momento como este, semejante a lo que detesto por demasiado romántico. No entiendo cómo, cómo experimento así la certeza de que podría quedarme por siempre en esa mirada; que, por cierto, creo que estoy inventando porque casi no la conozco. Tampoco cómo puedo tener tan claro que no está pasando pero a la vez sentir que me quedaría acá para siempre, es que casi siento el roce de sus labios, que también son inventados. Ahora soy yo la que sonríe, y hago algo con la cara; no sé bien, eso que te sale cuando querés a alguien que te está queriendo también.
Un poco más abajo del cuello, tirando al lado izquierdo, siento como una cosa que hace fuerza desde adentro y me cuesta respirar, pero se siente increíble al mismo tiempo. Quiero mover el brazo hacia mi pecho para avisarle que afuera todo está muy bien, pero no me responde, de nuevo recuerdo que en realidad no estoy ahí. Es justo en este momento cuando todo empieza a perder sentido. Estoy a punto de increparle que no es de verdad, que deje de engañarme, que si en realidad hubiera querido decirme que sí su versión existente hubiera hecho algo diferente conmigo. Al mismo tiempo le pido a mi cerebro que aguante un poquito más, me lo pido a mi, no quiero salir de ese lugar; de la luz entrando entre las cortinas, la cama con acolchado bordó, su mano en mi mejilla y los ojos inventados, tan profundos. Pero es inevitable, sé que no es su culpa no ser real; sé que soy yo por querer lo que no existe y pasear sin correa a las esperanzas, la fantasía y todo eso, pero sobre todo la culpa es de la fantasía.
Para cuando quiero darme cuenta ya abrí los ojos, una milésima de segundo, lo suficiente para ver al sol de verdad que se asoma entre las cortinas del que sí es mi cuarto. Vuelvo a cerrarlos rápido pero ya es tarde, mi cuerpo se mueve un poco para avisarme que estoy de vuelta. Los mantengo cerrados buscando su mirada, pero no vuelve. Aunque haga fuerza, aunque intente inventarlo. Ahora solo queda un recuerdo vago de esa sonrisa y las palabras que no le escuché decir.
La próxima vez que vea pasar un avión voy a cruzar los dedos para pedir que mis sueños, sobre todos éste, sean el trailer de lo que tarde o temprano va a suceder. Te espero temprano, mejor.

martes, 11 de febrero de 2014

Tráiganme lejos

Resulta que no te diste cuenta pero de repente tu vida se volvió tu peor pesadilla. Te levantabas a la mañana con 45 quilos de más en cada hombro, te dolía tener que levantarte para salir y hacer las cosas de todos los días. Los horarios no importaban, los lugares no importaban, la gente no importaba. Las caras eran todas iguales, lo mismo las conversaciones. La ropa no te quedaba linda, el pelo nunca peinado, la espalda siempre encorvada. La siesta, la única salida ansiada.
De a poco esa vida te fue arrinconando, te puso contra la pared y te cercó los costados. Te cubríó con un techo negro y te polarizó los ojos para que no vieras el sol. De veras no te diste cuenta, pensaste que ese cuadradito oscuro era lo normal, lo  que existía, que tenías que quedarte ahí.
Sin espacio para moverte, sin peinados que mostrar, sin gente a quién querer mirar a los ojos.
Cuando parecía que te crecían raíces en los pies, saliste. Te fuiste lejos, te fuiste mucho. Viste caras, sentiste el roce de otra piel, escuchaste voces, te sacaste el peso de encima, te levantaste sonriendo, quisiste hacer cosas, muchas. Te vestiste bien, te peinaste un poco, volviste a sonreír, descubriste que no hay paredes ni techo si uno no los deja quedarse.
Después de un tiempo no quedó otra que volver a tu cuadrado, con el interior expandido y el exterior exultante. Ya no hay espacio en tu rincón del mundo. ¿Así se siente sentir que querés quedarte para siempre un lugar? No un lugar físico, bah; sí un lugar real en el que pisás el suelo, pero que es puente para que veas dentro tuyo el cielo. Podés ser increible, ahora querés ser increible. Sin muros, sin cielo raso, sin los ojos tapados. ¿Cómo se vuelve a un lugar en el que nunca quisiste estar? ¿Cómo te olvidás del lugar en el que quisiste volver a vivir? Es difícil pero así, que no se te escape nunca que la clave no está en el aire que respirás, sino en las ideas que cocinás.

martes, 3 de diciembre de 2013

Criptonita

Todas las personas deben tener un punto débil y de inflexión frente al otro. Un talón de Aquíles, ese pedacito de hectárea en el el que es imposible no ceder, no rendirse ante lo inevitable.
Remitiéndome a mis hechos, no todas las personas son capaces de generar algo en mi. A veces siento que soy impermeable, aunque quizás me haya comido el personaje, de veras pareciera que resbalan en mi las cosas que me dicen, las experiencias de otros, las preguntas, los consejos, sus modos de ver, lo que sea. Pero no hay nada que sea indestrutible, ni siquiera el (que quiere ser) invencible chabón ese de hierro. Si al tipo que vuela y rompe meteoritos, una piedrita verde puede volverlo de papel ¿cómo no va a pasarle nada a este cosito impermeable que acampa adentro mio?
No hay cosa más complicada que ser visto por alguien, que te vea de verdad, hasta en donde vos no te querés ver, que festeje lo que sos y quiera compartir un poco de eso; y ahí nomás se aburra y empiece a actuar como si nunca hubiera sido como la piedra verde, volándole el sobretecho a la carpa de la impermeabilidad.
Lejos de ser amiga de las odas y los elogios, escapa de mi mente el comprender por qué alguien querría poner tantos esfuerzos en crearse un mapa del interior de otra persona que después no va a usar para nada.
Recién ahora, con mucho esfuerzo, comprendo que la forma para quién sea, de tocarme como criptonita en lo más profundo de mi ser, es llenándome de caminos nuevos que más tarde no va a recorrer. Tantas veces presa de ese mal, escapan de mi horizonte quienes buscan abrir caminos y no abandonan la nave. Es que, ay, si ya me viste y ahora no querés mirarme más; necesito, mínimo, que me expliques que pasó. Y si puedo convencerte de que me mires de nuevo, mejor. No puedo romper de ninguna manera este lazo inexistente que nos une, porque ahora sos el mejor forastero que jamás buscó abrirse camino, hasta que otro me vea maravillosa por un par de horas y se le pase como a vos, entonces tu fantasma va a tener otro que lo remplace, felicidades.

lunes, 11 de noviembre de 2013

Agua qué hay en la luna.

El agua se caía de la luna como agua que cae al río como catarata como la ola cuando rompe en las piedras y salpica como charco atravesado por una moto cuando llueve como la ducha encendida como la lluvia con sol como el agua que se caía de la luna. Pero la luna no tiene agua. El agua es un espejismo porque la luna está seca y si no cae agua no cae la luna como agua que cae al río porque la luna es un espejismo porque estamos ciegos porque no podemos ver el agua que cae de la luna que no cae nada porque la luna es un espejismo pero cae toda porque es como la ola en las piedras la moto y el charco la ducha encendida el agua que se caía de la luna como la vida que se cae como el agua como la luna que también es un espejismo.