lunes, 7 de abril de 2014

Te espero temprano

Estoy por despertarme, casi me doy cuenta de que esto no es la vida real, pero podría parecersele un poco. No quiero despertarme, de verdad no quiero. Estoy sentada en la cama de una habitación como la mía. Las paredes son distintas, la cama está en otra parte y la puerta corrediza de vidrio es la misma, pero las cortinas son de otro color. Está la luz apagada, aunque un pedazo de sol viste todo con su brillo. Ahí estoy, no sé si tengo miedo, no sé si estoy nerviosa, no sé si no entiendo que va a pasar. Estoy esperando algo, creo que a alguien. Miro hacia la puerta, lo poco que se ve entre las cortinas semi abiertas. Alguien que se acaba de ir está por volver en cualquier momento. Algo le dije, algo tiene que contestarme, de algo no estoy segura. Un poco sé que estas emociones no son reales, pero no quiero despertarme todavía, no sin resolver el misterio. Quizás tengo idea de a quién espero, lo sé por cómo lo espero. Entonces dejo de pensar, no sé si dentro de mi historia o desde mi costado consciente que hace fuerza por despertarme, y cuando vuelvo a echarle el ojo a la puerta lo veo entrar. Mira sonriendo, se acerca, y se detiene en mis ojos durante lo que para mi son años, sin pestanear. Me pongo nerviosa, algo adentro mío golpea furioso, más que mariposas lo imagino parecido a un granizo de esos que rompen vidrios y asustan a la gente. Miro para otro lado sin dejar de morderme el labio, esta emoción se siente demasiado real como para no serlo. Ahora me está diciendo algo, me habla al oído pero no deja de mirarme, aunque me habla mi no entiendo bien lo que dice. Creo que lo escucho, pero en realidad no retengo ni una palabra porque sigo nerviosa, sorprendida, encantada, ansiosa, tanto que quiero romper platos usándolos como frisbees, algo. ¿Qué me estás queriendo decir? le digo, pero ahora no habla, ya lo dijo todo. Se toma menos de un segundo para volver a mirarme a los ojos, entiendo que quiere acercarse más, pero no le doy tiempo y el beso se lo doy yo. ¿De verdad está pasando? pregunto y sé que no, pero ahí mismo, dentro de esa historia me digo qué sí. Dejá de pensar ahora, eso me digo. La euforia es tal que casi abro los ojos, pero justo a tiempo vuelvo al beso, que dure un ratito más. Ahora que todo es victoria, recuerdo que al principio estaba llorando, un poco antes de sentarme en la cama a esperar. Sigue sin decir nada pero me seca lo que queda de esas lagrimas que quedaron viejas. Nunca me sentí tan a gusto en un momento como este, semejante a lo que detesto por demasiado romántico. No entiendo cómo, cómo experimento así la certeza de que podría quedarme por siempre en esa mirada; que, por cierto, creo que estoy inventando porque casi no la conozco. Tampoco cómo puedo tener tan claro que no está pasando pero a la vez sentir que me quedaría acá para siempre, es que casi siento el roce de sus labios, que también son inventados. Ahora soy yo la que sonríe, y hago algo con la cara; no sé bien, eso que te sale cuando querés a alguien que te está queriendo también.
Un poco más abajo del cuello, tirando al lado izquierdo, siento como una cosa que hace fuerza desde adentro y me cuesta respirar, pero se siente increíble al mismo tiempo. Quiero mover el brazo hacia mi pecho para avisarle que afuera todo está muy bien, pero no me responde, de nuevo recuerdo que en realidad no estoy ahí. Es justo en este momento cuando todo empieza a perder sentido. Estoy a punto de increparle que no es de verdad, que deje de engañarme, que si en realidad hubiera querido decirme que sí su versión existente hubiera hecho algo diferente conmigo. Al mismo tiempo le pido a mi cerebro que aguante un poquito más, me lo pido a mi, no quiero salir de ese lugar; de la luz entrando entre las cortinas, la cama con acolchado bordó, su mano en mi mejilla y los ojos inventados, tan profundos. Pero es inevitable, sé que no es su culpa no ser real; sé que soy yo por querer lo que no existe y pasear sin correa a las esperanzas, la fantasía y todo eso, pero sobre todo la culpa es de la fantasía.
Para cuando quiero darme cuenta ya abrí los ojos, una milésima de segundo, lo suficiente para ver al sol de verdad que se asoma entre las cortinas del que sí es mi cuarto. Vuelvo a cerrarlos rápido pero ya es tarde, mi cuerpo se mueve un poco para avisarme que estoy de vuelta. Los mantengo cerrados buscando su mirada, pero no vuelve. Aunque haga fuerza, aunque intente inventarlo. Ahora solo queda un recuerdo vago de esa sonrisa y las palabras que no le escuché decir.
La próxima vez que vea pasar un avión voy a cruzar los dedos para pedir que mis sueños, sobre todos éste, sean el trailer de lo que tarde o temprano va a suceder. Te espero temprano, mejor.