domingo, 3 de agosto de 2014

Romper.

- No me querés. Es obvio.
- Está bien, como digas.
- ¿Ves? Ni siquiera intentás contradecirme, no me querés.
- ¿Para qué voy a contradecite si vos siempre pensás lo que querés? No podés mirar a nadie que no sea vos, y yo no soy vos, por más que quieras.
- Andate a cagar.
- Tengo razón, ¿Viste?
- Andate a cagar.
- Ya me dijiste eso, ¿cómo no te voy a querer? si no te quisiera no soportaría ni un ratito estos desplantes ridículos que hacés. No sé que te pensás que porque no te querés vos no te puede querer nadie. Mejor no empecemos.
- ¿Mejor no empecemos qué? ¿Vos te pensás en serio que yo no me quiero? a ver, ¿De donde sacaste esa pelotudez?
- Es obvio, si no no arruinarías todo. Digo, eso es lo que decís vos "arruino todo lo que toco", si te quisieras no necesitarías decir todas esas imbecilidades que decís sobre vos.
- ¿No ves? No entendés nada. Todos piensan que me quiero poco, ojalá fuera eso. Al final sos cualquiera vos también.
- ¿Ojalá? decime, dale, de qué carajo hablás ahora.
- Esto, el problema que tengo es que me quiero demasiado como para pertenecer a cualquier cosa. Por eso me arruino sin parar, para salvarme no sé de qué.
- No tiene sentido lo que estás diciendo, cortala.
- Para mi sí tiene sentido. Me quiero tanto que mientras pueda evito arriesgarme a perderme en cualquier cosa. Mejor romper todo antes de que todo me rompa.
- Cada vez se pone más raro lo que decís...
- ¿Raro? Adentro mío hay un mundo perfecto, que no existe, claro. No me gusta pasarla mal y a veces siento que ese es el único camino, por eso me freno antes de ser parte de nada. Es una trampa que me armé yo, y ahora no sé cómo salir. ¿Seguís pensando que no me quiero?
- Ya no sé qué pensar. No sé qué me estás exigiendo si no podés querer nada. ¿Qué hago yo acá entonces? ¿Qué hacés vos pidiéndome que te quiera? 
- No te pedí nada yo, solo dije que no me querías. Es fácil lo que digo, ya sé que estoy lejos de cualquier tipo de perfección, pero no me hace falta ser nada más. Mi mundo, vos, esto que tenemos sí es perfecto, pero no existe nada. Te acuso porque creo que a vos también te quiero y siguiendo esta dinámica de mierda es el momento en el que tengo que arruinarlo todo para salvarme de que algo pueda salir mal.
- No termino de entender si lo que me estás diciendo es bueno o no.
- Decime que me querés vos también y, te prometo, voy a dejar de romper todo.
- Te quiero, pero ahora tengo miedo.
- No te asustes. No voy a hacerte nada malo.
- ¿En serio me decís? después de este discurso de auto-amor y odio, o lo que sea, no sé que pensar.
- Olvidate de toda esa mierda, y si no podés pensá en que aprendí a querer algo que no soy yo y fue todo gracias a vos.
- Me estás convenciendo, me parece. Igual no te confíes tanto.
- Dame un poquito más de tiempo y vas a ver, lo que menos quiero es romper esto y por eso tuve miedo. Te juro que nunca antes me había pasado.