martes, 2 de agosto de 2011

Des-deseo

Hace una semana, aproximadamente, colapsé estúpidamente. Exageré, quise revolear cosas y patear otras. Sentí que estaba todo mal; no estaba nada mal en realidad pero yo creía que si. Tenía mucho que decir, y no podía decir nada porque me había quedado sin destinatario, y empecé a escribir desenfrenadamente, escribiendole a nadie; cosas que no publicaré porque no lo considero adecuado (?). Pero entre ellas, releyendo hoy, una frase me sorprendió:
"Creo que es mucho mas profundo que eso. Es sentir que está cayendose la estantería y entre tanta sensación de desastre vos podrías ser la victoria, un premio al esfuerzo mal logrado."
Automáticamente después de leer pensé que no se cayó ninguna estantería, está en su lugar, solo se cayeron algunos libros que rápidamente levanté. No hay tal desastre, repito, me gusta exagerar. Y además, lo mas importante es que las victorias tienen un mejor sabor; los premios son premios, no se padecen y las cosas no se miden como si fueran premios; sobre todo cuando en realidad no considero medirlo así.

En mi cumpleaños pedí tres deseos antes de soplar las velitas. No creo en la suerte ni en los deseos, nunca se cumplen y la suerte siempre es mala. Da igual, uno de los deseos era sobre Boca, siempre tiene un lugar; otro no me lo acuerdo, y el último fue groso "que no seas parte de mi vida y te desaparezcas de una vez". Algo así, creo estar segura de que dije algo así.
Días después me atreví a desafiar al destino y determiné que los deseos no se cumplían, yo hacía que no se cumplieran. Pero llegó un momento en que vi al deseo cumplirse, después descumplirse (y ahí decidí por completo que ese deseo no me caía bien), volverse a cumplir y tambalear, yendo y viniendo MUCHAS VECES, hasta hacer mucho ruido en mi cabeza. Capaz, por primera vez pedí un deseo que se cumplió.
Creí estar arrepentida de pedir ese deseo, pudo haber sido el premio al esfuerzo mal logrado, la victoria entre demás pestes (de nuevo, no hay tales pestes, fueron producto de mi mente). Pero repito, me repito, los premios son premios, se disfrutan, se ganan, no se padecen. No quería que fuera un premio, y no se padecen. 
No me arrepiento del deseo, solo deseo no haberte deseado después de desear no desearte. No creo en los deseos, los deseos nunca se cumplen.

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