No sé bien que quería decir. De repente como que me olvidé un toque. Son las 6:33 de un domingo. Acabo de terminar de ver una película y todavía no dormí, porque, no sé, la película. No tengo sueño además, y ya es de día. Tengo las cortinas de mi puerta corrediza cerradas, pero veo como entra el sol por los costados. Igual está todo oscuro, no tengo ventanas. Por eso la puerta es de vidrio, porque sin sol me seco cómo las plantas.
Me está resultando imposible averiguar si no puedo dormirme porque me tomé unos vasos de fernet, o si fue la película que me dejó pensando. Pasaron cosas en la película. Un día hace poco me la mencionaron, eso también me dejó pensando, me parece.
Hace tiempo que dejé de creer en las casualidades, si todo fuera casualidad la vida sería muy aburrida. Es mucho más entretenido estar segura de que todo tiene que ver con todo, y que lo que parece coincidencia tiene una razón de ser y existir. Por eso me llamó la atención que eso de las casualidades y el destino estuviera como metido entre medio del argumento. Además aparecía el Planetario en la película, el Planetario. La chica que hablaba del Planetario decía que la construcción esa, tan simpática, está inspirada en Saturno. Es mi planeta favorito, porque tiene esos anillos al rededor; es algo así como un CD atravesando una esfera de telgopor. Debe ser gigante Saturno, y está muy lejos, pero muy. Porque, digo, si me parece que Corrientes y Florida queda lejos de casa, Saturno queda mucho más lejos. Ni siquiera sé si Saturno existe de verdad porque nunca lo vi, pero está el Planetario.
De otra cosa más hablaba la chica de la película, de porqué le gustaba ir al Planetario. Cuando estaba ahí sentía que era una partecita muy chica del universo enorme e interminable, decía, y eso fue lo que me pasó toda la semana. En el afán de desperdiciar mi vida me pasé varias horas, en más de una ocasión, leyendo notas de astronomía en blogs clase C, con faltas de ortografía y cosas así. Ahora sé que la corteza del lado oscuro de la luna es más gruesa y por eso hay cráteres más pequeños, sé que cerca de la tierra hay un planeta habitable que gira al rededor de una estrella y tiene ciclos de traslación de 28 días; sé que la luna Titán, de Saturno, tiene atmósfera, y se sospecha que podría haber vida que sobrevive a base de metano, como los primeros seres vivos de la tierra. Un montón de información que no me sirve para nada, pero lo sé todo. Y me siento un poco más insignificante ahora. Sé que jamás voy a ver a Saturno, porque es muy grande, y mis ojos muy chiquitos. Sé que no soy para nada relevante en el universo, pero acá estoy, despierta a las 6:45 escribiendo como si nada.
Lo que pasaba con la chica, era que que era muy infeliz. Trabajaba de algo que nada que ver con ella, y no encontraba a Wally en la ciudad. Yo pensaba que, pobre, porque buscar a Wally es re difícil. Y también pensaba que yo hace poco me hice llamar Wenda por un tiempo, porque me hacía la que era la novia de este tal Wally, aunque que en realidad ni lo conozco en persona; sólo lo vi en dibujos que me ponen nerviosa porque tienen el trazo como rugoso.
No sé, nada más eso. Al final ver esa película como que se fue a la mierda. Porque, en realidad, pensaba que iba a ser medio mala y me iba a arrepentir de no dormir; pero ahora no puedo dejar de pensar que todo tiene que ver con todo, y que también Saturno. Es que si no existen las casualidades yo debería creérmela más y no decir que soy la que insiste pero abandonar en el primer round porque le fallo a mis principios no casuales.
No, ni idea de qué estoy hablando, pero me pareció muy simpático ver cómo la vida casi cruzaba a dos personas como por dos horas de película, no se veían porque miraban para cualquier lado. Y hacían las mismas cosas, y querían las mismas cosas. Hasta interactuaron por internet sin saber que hablaban el uno con el otro. Y entonces se vieron, porque obvio que se tenían que ver. Porque él era como Wally, pero de carne y hueso, y vivía en la tierra. No en saturno, ni en Titán, ni en ningún planetoide de años cortos; y era su vecino. Tanta casualidad no era casualidad, porque las casualidades no existen. Pero después de que se vieron se volvieron a ver de nuevo, eso fue lo que pasó.
Capaz que justo se me ocurrió pensar esto, que qué lástima que vos no tenías ganas, qué se yo, todavía no creo que exista ninguna casualidad.
Me está resultando imposible averiguar si no puedo dormirme porque me tomé unos vasos de fernet, o si fue la película que me dejó pensando. Pasaron cosas en la película. Un día hace poco me la mencionaron, eso también me dejó pensando, me parece.
Hace tiempo que dejé de creer en las casualidades, si todo fuera casualidad la vida sería muy aburrida. Es mucho más entretenido estar segura de que todo tiene que ver con todo, y que lo que parece coincidencia tiene una razón de ser y existir. Por eso me llamó la atención que eso de las casualidades y el destino estuviera como metido entre medio del argumento. Además aparecía el Planetario en la película, el Planetario. La chica que hablaba del Planetario decía que la construcción esa, tan simpática, está inspirada en Saturno. Es mi planeta favorito, porque tiene esos anillos al rededor; es algo así como un CD atravesando una esfera de telgopor. Debe ser gigante Saturno, y está muy lejos, pero muy. Porque, digo, si me parece que Corrientes y Florida queda lejos de casa, Saturno queda mucho más lejos. Ni siquiera sé si Saturno existe de verdad porque nunca lo vi, pero está el Planetario.
De otra cosa más hablaba la chica de la película, de porqué le gustaba ir al Planetario. Cuando estaba ahí sentía que era una partecita muy chica del universo enorme e interminable, decía, y eso fue lo que me pasó toda la semana. En el afán de desperdiciar mi vida me pasé varias horas, en más de una ocasión, leyendo notas de astronomía en blogs clase C, con faltas de ortografía y cosas así. Ahora sé que la corteza del lado oscuro de la luna es más gruesa y por eso hay cráteres más pequeños, sé que cerca de la tierra hay un planeta habitable que gira al rededor de una estrella y tiene ciclos de traslación de 28 días; sé que la luna Titán, de Saturno, tiene atmósfera, y se sospecha que podría haber vida que sobrevive a base de metano, como los primeros seres vivos de la tierra. Un montón de información que no me sirve para nada, pero lo sé todo. Y me siento un poco más insignificante ahora. Sé que jamás voy a ver a Saturno, porque es muy grande, y mis ojos muy chiquitos. Sé que no soy para nada relevante en el universo, pero acá estoy, despierta a las 6:45 escribiendo como si nada.
Lo que pasaba con la chica, era que que era muy infeliz. Trabajaba de algo que nada que ver con ella, y no encontraba a Wally en la ciudad. Yo pensaba que, pobre, porque buscar a Wally es re difícil. Y también pensaba que yo hace poco me hice llamar Wenda por un tiempo, porque me hacía la que era la novia de este tal Wally, aunque que en realidad ni lo conozco en persona; sólo lo vi en dibujos que me ponen nerviosa porque tienen el trazo como rugoso.
No sé, nada más eso. Al final ver esa película como que se fue a la mierda. Porque, en realidad, pensaba que iba a ser medio mala y me iba a arrepentir de no dormir; pero ahora no puedo dejar de pensar que todo tiene que ver con todo, y que también Saturno. Es que si no existen las casualidades yo debería creérmela más y no decir que soy la que insiste pero abandonar en el primer round porque le fallo a mis principios no casuales.
No, ni idea de qué estoy hablando, pero me pareció muy simpático ver cómo la vida casi cruzaba a dos personas como por dos horas de película, no se veían porque miraban para cualquier lado. Y hacían las mismas cosas, y querían las mismas cosas. Hasta interactuaron por internet sin saber que hablaban el uno con el otro. Y entonces se vieron, porque obvio que se tenían que ver. Porque él era como Wally, pero de carne y hueso, y vivía en la tierra. No en saturno, ni en Titán, ni en ningún planetoide de años cortos; y era su vecino. Tanta casualidad no era casualidad, porque las casualidades no existen. Pero después de que se vieron se volvieron a ver de nuevo, eso fue lo que pasó.
Capaz que justo se me ocurrió pensar esto, que qué lástima que vos no tenías ganas, qué se yo, todavía no creo que exista ninguna casualidad.