viernes, 29 de abril de 2011

Erase una vez la felicidad

Estaba leyendo unas cosas aburridas de filosofía hace un par de días. Odio algunas cosas de la filosofía. La relatividad de la vida y la angustia existencial hechas textos para estudiar, leer y pensar. Pensar sobre la vida, pensar en que los textos esos son todos mentira, que SI puede explicarse todo por medio de Dios, que los hombres de hace mucho siglos eran unos brutos y tenían demasiadas preguntas, y que me alegro de vivir en el siglo XXI.
Hasta que de pronto, como si fuera un cuento de suspenso muy emocionante, leí algo que me interesó y pensé "Lo voy a poner en el blog". Quien sabe, por ahi se condice con todas las pavadas que digo sobre la felicidad y la vida y etceteras pegajosos. Aunque tal vez no tenga tanto que ver.
Entonces, yo que soy tan inteligente, ahora a las casi 2 am, en vez de irme a dormir voy a compartir conmigo misma en el blog lo que dice el texto. Carpio, el autor del libro, hablaba sobre la filosofía de Epiceto, un griego que era esclavo. Supuestamente los esclavos no eran filósofos, eran solo esclavos y nada mas. Epiceto lo logró (?), aunque si se le rompió la pierna, para mi que se murió porque no había yesos ni médicos de verdad con anestesia y bisturís; y era fractura expuesta. Diviertanse
Era esclavo y se cuenta que una vez que su amo se complacía en torturarlo retorciéndole una pierna; Epiceto, con toda tranquilidad, le dijo: "Ten cuidado porque la vasa romper"; y cuando, efectivamente, se la hubo quebrado, agregó con la misma serenidad: "¿Has visto? Te lo había advertido". La anécdota revela, en toda su simplicidad y grandeza a la vez, cuál era el ideal de vida que los estoicos perseguían: lograr la mas completa impasibilidad frente a todo cuanto pueda perturbarnos.
Pues bien, Epiceto sostuvo que el origen de filosofar reside "en la conciencia de la propia debilidad e impotencia del hombre. Enseñaba que hay dos ordenes de cosas y de situaciones: las que dependen de nosotros y las que no dependen de nosotros. (...) Todas estas cosas se encuentran determinadas por el destino, y lo único que debe hacer el sabio es conformarse con él, o, mejor aún, alegrarse del destino, puesto que es resultado de las sabias disposiciones de la divinidad. Por ende, lo que corresponde es que el hombre en cada caso trate de cumplir lo mejor que pueda el papel que le ha sido destinado desempeñar (...) En resumen, lo único que depende de mi son mis pensamientos, mis opiniones, mis deseos, o, en una palabra, todo acto del espíritu; esto es lo único que puedo modificar, y el hombre logrará la felicidad en la medida en que se aplique solamente a este propósito.
Mi otro blog, o lo que sea, ese que no le muestro mucho a la gente, porque es ñoño y para mirarlo yo cuando tengo ganas, tiene como titulo "Happiness is a mental state", La felicidad es un estado de la mente. Me hace feliz saberlo y ponerlo en práctica. Gracias por todo Epiceto.
El hombre este que escribio el libro, Carpio, usa tanta comas como yo. Lo quiero mucho.

Creo que debería dormir, buenas noches hijo blog.

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